Razonamiento verbal

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Instrucciones: Responde las siguientes preguntas.

  • Lea el texto y responda.


    Ilíada


    Dijo, y, blandiéndola, arrojó la pica, de luenga sombra.

    Y el esclarecido Héctor la vio venir de frente y la esquivó,

    pues previó la dirección y se agachó; y la broncínea pica pasó volando por encima y se clavó en el suelo. Palas Atenea la sacó
    y se la devolvió a Aquiles sin que Héctor, pastor de huestes,

    lo notara. Y Héctor dijo al intachable Pelida:

    «¡Has errado, Aquiles, semejante a los dioses!

    ¡No conocías gracias a Zeus sino contra lo que afirmabas! No has resultado ser más que un charlatán y un embustero

    que quería asustarme para hacerme olvidar la furia y el coraje.

    No será por la espalda y huyendo como me clavarás la pica;

    ¡en el pecho, según vaya furioso en derechura, húndemela,

    si es que el dios te lo ha otorgado! Mas esquiva mi pica

    broncínea primero: ¡ojalá se te meta entera en el cuerpo!

    La guerra se volvería más liviana para los troyanos

    con tu muerte, pues eres para ellos la peor calamidad.»



    Homero

    ¿A qué se refiere Aquiles cuando dice que corderos y lobos son enemigos naturales?

  • Lea el poema y responda.


    Soneto


    Miré los muros de la patria mía,
    si un tiempo fuertes ya desmoronados,
    de la carrera de la edad cansados,
    por quien caduca ya su valentía.
    Salime al campo. Vi que el sol bebía
    los arroyos del hielo desatados,
    y del monte quejosos los ganados,
    que con sombras hurtó su luz al día.
    Entré en mi casa. Vi que, amancillada,
    de anciana habitación era despojos;
    mi báculo, más corvo y menos fuerte.
    Vencida de la edad sentí mi espada,
    y no hallé cosa en que poner los ojos
    que no fuese recuerdo de la muerte.


    Francisco de Quevedo


    ¿Cómo califica el poeta a su patria?

  • Identifique la idea principal del texto.

    Vacas, cerdos, guerras y brujas

    Algunos de los estilos de vida más enigmáticos exhibidos en el museo de etnografía del mundo llevan la impronta de un extraño anhelo conocido como “el impulso de prestigio”. Según parece, ciertos pueblos están tan hambrientos de aprobación social como otros lo están de carne. La cuestión enigmática no es que haya gentes que anhelen esta aprobación social, sino que en ocasiones su anhelo parece volverse tan fuerte que empiezan a competir entre sí por el prestigio como otras lo hacen por tierras o proteínas. A veces esta competencia se hace tan feroz que parece convertirse en un fin en sí misma. [...] Se diría que estamos más interesados en trabajar para conseguir que la gente nos admire por nuestra riqueza que en la misma riqueza, que muy a menudo no consiste sino en baratijas de cromo y objetos onerosos o inútiles.

    Marvin Harris

  • Lea el poema y responda.

    Soneto


    Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba
    como en tu rostro y tus acciones vía
    que con palabras no te persuadía,
    que el corazón me vieses deseaba;
    Y amor, que mis intentos ayudaba,
    venció lo que imposible parecía,
    pues entre el llanto, que el dolor vertía,
    el corazón deshecho destilaba.
    Baste ya de rigores, mi bien, baste;
    no te atormenten más celos tiranos,
    ni el vil recelo tu quietud contraste
    con sombras necias, con indicios vanos,
    pues ya en líquido humor viste y tocaste
    mi corazón deshecho entre tus manos.


    Sor Juana Inés de la Cruz

    ¿Cuál es el resumen del soneto de Sor Juana Inés de la Cruz?

  • Lea el texto y responda.

    Ilíada


    Dijo, y, blandiéndola, arrojó la pica, de luenga sombra.

    Y el esclarecido Héctor la vio venir de frente y la esquivó,

    pues previó la dirección y se agachó; y la broncínea pica pasó volando por encima y se clavó en el suelo. Palas Atenea la sacó
    y se la devolvió a Aquiles sin que Héctor, pastor de huestes,

    lo notara. Y Héctor dijo al intachable Pelida:

    «¡Has errado, Aquiles, semejante a los dioses!

    ¡No conocías gracias a Zeus sino contra lo que afirmabas! No has resultado ser más que un charlatán y un embustero

    que quería asustarme para hacerme olvidar la furia y el coraje.

    No será por la espalda y huyendo como me clavarás la pica;

    ¡en el pecho, según vaya furioso en derechura, húndemela,

    si es que el dios te lo ha otorgado! Mas esquiva mi pica

    broncínea primero: ¡ojalá se te meta entera en el cuerpo!

    La guerra se volvería más liviana para los troyanos

    con tu muerte, pues eres para ellos la peor calamidad.»



    Homero

    ¿Cuál es la postura de la diosa Palas en la batalla?