La fortaleza de los relatos

La fortaleza de los relatos

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Lee con atención cada acertijo y elige la respuesta correcta para obtener la mayor cantidad de cristales posibles.

Macondo

MACONDO


Deslumbrada por tantas y tan maravillosas invenciones, la gente de Macondo no sabía por dónde empezar a asombrarse. Se trasnochaban contemplando las pálidas bombillas eléctricas alimentadas por la planta que llevó Aureliano Triste en el segundo viaje del tren, y a cuyo obsesionante tuntún costó tiempo y trabajo acostumbrarse. Se indignaron con las imágenes vivas que el próspero comerciante don Bruno Crespi proyectaba en el teatro con taquillas de bocas de león, porque un personaje muerto y sepultado en una película y por cuya desgracia se derramaron lágrimas de aflicción, reapareció vivo y convertido en árabe en la película siguiente. El público que pagaba dos centavos para compartir las vicisitudes de los personajes, no pudo soportar aquella burla inaudita y rompió la silletería. El alcalde, a instancias de don Bruno Crespi, explicó mediante un bando que el cine era una máquina de ilusión que no merecía los desbordamientos pasionales del público. Ante la desalentadora explicación, muchos estimaron que habían sido víctimas de un nuevo y aparatoso asunto de gitanos, de modo que optaron por no volver a ir al cine, considerando que ya tenían bastante con sus propias penas, para llorar por fingidas desventuras de seres imaginarios.

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  • Pregunta 1

    ¿Qué aspectos de las películas indignaban a los habitantes de Macondo?

  • Pregunta 2

    Al final del fragmento, ¿por qué decidieron los habitantes de Macondo no volver al cine?

  • Pregunta 3

    ¿Quiénes son los “seres imaginarios” de los que se habla en la última línea del texto?

  • Pregunta 4

    ¿Estás de acuerdo con la opinión final de los habitantes de Macondo sobre el valor de las películas? Explica tu respuestas y compara tu actitud hacia las películas con la suya.